LA ENERGÍA SEXUAL
ALQUIMIA SEXUAL
“Bien, es conveniente
que ustedes sepan que la energía sexual (de la cual se habla tanto en
fisiología, psicología, en psicoanálisis, etc.). es el mismísimo mercurio de
los alquimistas medievales.
Esa energía creadora,
transmutada, es el mismo mercurio de los sabios."
(Lo anterior es
textual de una conferencia dictada por el maestro Samael titulada "los
tres factores de la revolución de la conciencia")
Posteriormente, en
otra oportunidad, en la que el Maestro habló acerca del origen del universo y
de la creación en general, amplió aún mas la tremenda relación entre las
energías creadoras del Macrocosmos y de nuestro Microcosmos (cuerpo terrenal),
diciendo:
"¿Qué es la
nebulosa, qué es el arche macrocosmico?
Es una mezcla de sal,
azufre y mercurio.
Y también aquí, en el
microcosmos–hombre, está la sal, el azufre y el mercurio.
La sal está contenida
en el esperma sagrado y se sublima con las transmutaciones.
De manera que en el
arche del microcosmos, también hay sal, azufre y mercurio, y en el arche del
macrocosmos hay también sal, azufre y mercurio."
(Los entrecomillados anteriores son extractos
de la conferencia "EL ARCHE", del Venerable Maestro Samael Aun Weor.)
Más detalles acerca
de las naturalezas primarias de la Gran Obra (Sal, Azufre y Mercurio), los dio
constantemente el Venerable revelador de Acuario, por ejemplo:
"Los principios
de todos los metales son: la sal, el azufre y el mercurio.
La sal es la
substancia de todas las cosas, el principio y fin de todo lo existente.
Recordemos la frase
de Jesús, el Gran Kabir:
'Vosotros sois la sal
de la tierra...' La sal obra sobre el azufre y el mercurio y éstos últimos la
hacen volátil como ellos.
La sal, en
compensación, los coagula y los fija.
La sal diluida en un
licor adecuado, disuelve a su vez cosas sólidas y les da consistencia.
La sal disuelve
nuestros metales, para elaborar con ellos el niño de oro de la alquimia sexual."
"El azufre, en
su estado oculto y sutil, es el fuego; en su estado visible y sólido, es un
principio gaseoso y aceitoso que une indisolublemente a la Sal y al mercurio.
El azufre
secuencialmente, tiene parte de la solidez de la sal y parte de la volatilidad
del mercurio."
"El mercurio es
un licor espiritual, aéreo y raro.
El Mercurio es el águila
voladora de la filosofía, el mercurio es nuestro caos, el mercurio es nuestro ens
seminis.
Desde un punto de
vista meramente físico, la sal se encuentra en la orina y en el sudor; el azufre
abunda en las grasas y en las axilas; y el mercurio en la sangre, en la médula,
en el humor acuoso, los huesos, los músculos, etc."
"Hay tres clases
de mercurio:
Primero, el azogue en
bruto, o sea, el exiohehai, el esperma sagrado.
Segundo, el alma metálica
del esperma, que es el resultado de la transmutación de la libido.
Esa alma metálica del
esperma asciende por los cordones ganglionares, espinales, hasta el cerebro.
Tercero, el mercurio
más elevado, aquél que ha sido fecundado por el azufre.
En alquimia ya esta
dicho, el azufre es el fuego sagrado.
En principio el mercurio
es de color negro y está simbolizado con el cuervo negro.
Posteriormente, el mercurio
se torna de color blanco y está alegorizado con la blanca paloma, el mercurio
toma el color amarillo luego cuando ya está preparado para recibir el azufre, y
se simboliza con el águila amarilla.
Más tarde, cuando ya
el mercurio ha sido fecundado por el azufre, cuando se ha convertido en mercurio
azufrado, está simbolizado por el faisán rojo.
Así de esta manera,
se complementan los cuatro colores de la alquimia, simbolizados a su vez por
los tres reyes magos y la púrpura de sus regias vestimentas."
Ante nuestras
aseveraciones posiblemente el lector pueda pensar ¿por qué tanta relación entre
el magisterio alquimista y el sexo?
Respondemos con unos
extractos de la conferencia dictada por el Excelso y titulada "el magnus
opus o la gran obra"; veamos:
Tenemos un
laboratorio, que es nuestro propio cuerpo, y un hornillo en el laboratorio (el
fuego del alquimista), y un crisol (que está en el sexo) y allí la materia
prima de la Gran Obra.
Transmutarla es
indispensable, convertirla en energía para poder luego con esa energía y con lo
que ella contiene, crear los cuerpos existenciales superiores del Ser.
Eso es lo vital, lo
indispensable.
Llegará un día en que
habremos de pasar más allá del sexo.
Lo absurdo sería
querer pasar más allá del sexo sin haber llegado a la meta.
Eso sería tanto como
querer bajarnos del tren, antes de llegar a la estación, o como querer bajarnos
del autobús o "camión" (donde vamos), antes de llegar a la meta que
nos hemos trazado."
“En el sexo hay que
crear y destruir.
Crear los vehículos
solares es necesario para que el Dios Interior pueda resucitar en nosotros, y
también eliminar los elementos inhumanos que llevamos dentro.
Hay que realizar la
Gran Obra, más no basta con tener fe en la Gran Obra, hay que realizar la Gran
Obra.
Y el resultado final
de la Gran Obra ¿cuál será?
Que cada uno de
nosotros se convierta en un gran Dios, con poder sobre los cielos, sobre la
tierra y sobre los infiernos.
Ese es el final, el
resultado de la Gran Obra; que cada uno de nos quede convertido en una
majestad, en una criatura terriblemente Divina.
Más, hoy por hoy,
debemos reconocer que ni siquiera somos humanos; únicamente somos humanoides
(en forma más cruda diría que somos mamíferos intelectuales, y nada más); pero
podemos salir de este estado en que nos encontramos, mediante la Gran
Obra."
GLOSARIO
PUTREFACCIÓN: Las
aguas del alquimista son negras, simbolizadas por el cuervo negro. En este
primer escalón, el aspirante solo tiene mercurio bruto.
CONJUNCIÓN: Se
realiza la unión del mercurio y el azufre (Fuego). Ahora hay que "cocer y
recocer", hasta unir las naturalezas opuestas.
SEPARACIÓN: En este
estado del trabajo alquimista, durante la conexión o coito químico, el yoguín y
la yoguina deben separar (de tan sagrado acto) el azufre venenoso (el fuego
bestial del abominable órgano kundartiguador) y el mercurio seco (los “yoes” o
defectos psicológicos).
Esto es lo que se
llama: refinar el sacramento del amor, separando “el humo de las llamas",
lo sutil de lo espeso.
SOLUCIÓN: El mercurio
ya ha abandonado el color negro y se ha convertido en una solución
"favorable", lista para recibir el fuego sagrado (aquí las aguas son
amarillas, simbolizadas por el águila amarilla).
CALCINACIÓN: El mercurio
recibe el fuego sagrado y se convierte en mercurio azufrado, o azufre
mercurial.
SUBLIMACIÓN: De aquí
en adelante hay que redoblar la vigilancia, cuidando la práctica, a fin de que
no aparezca de nuevo la negrura, es decir, se debe refinar mucho el acto
amoroso, con el propósito de sublimar esta naturaleza.
CIBACIÓN: El término
cibación, en rigurosa ciencia alquimista significa que el mercurio azufrado o
azufre mercurial, empieza a crear los cuerpos existenciales superiores del Ser
y a darles consistencia.
COAGULACIÓN: En esta
etapa, el mercurio azufrado coagula en nuestra anatomía oculta, bajo la forma
de cuerpos existenciales; primero el astral, luego el mental y más tarde el
causal.
FERMENTACIÓN: En esta
etapa hay que esperar a que fermente el compuesto y para que fermente es
necesario morir en si mismos, pues de lo contrario no es posible quitarle a los
cuerpos el oxido mercurial (los “yoes”). En lenguaje alquimista, a este proceso
se le denomina "fermentación de la levadura".
EXALTACIÓN: Entre el
augusto silencio de los sabios, el prodigio se consuma poco a poco y el trabajo
recibe su exaltacion, al ser calificado. Entonces los cuerpos existenciales se
convierten en oro puro.
MULTIPLICACIÓN: Estadio
del trabajo alquimista en el que se adquieren las virtudes de la piedra
filosofal, el mercurio azufrado actúa en el trabajador de la gran obra
revelándole cosas inefables, permitiéndole recapitular procesos de liberación. En
otras palabras, se activan los poderes de la piedra filosofal.
PROYECCIÓN: El
mercurio azufrado puede proyectar su fuerza, es decir, manifiesta su poder en
cualquier dimensión. Los antiguos alquimistas proyectaban oro a través de las
yemas de sus dedos, y esos átomos quedaban vertidos en agua, entonces con un
gotero, se dejaban caer gotas de ese compuesto sobre plomo derretido, quedando
éste convertido en oro físico.
Tomado del libro “EL
HOMBRE ABSOLUTO”. Cap. 18
Por: Oscar Uzcátequi
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