miércoles, 13 de julio de 2016

LA ENERGÍA SEXUAL

LA ENERGÍA SEXUAL
ALQUIMIA SEXUAL
                  
“Bien, es conveniente que ustedes sepan que la energía sexual (de la cual se habla tanto en fisiología, psicología, en psicoanálisis, etc.). es el mismísimo mercurio de los alquimistas medievales.

Esa energía creadora, transmutada, es el mismo mercurio de los sabios."

(Lo anterior es textual de una conferencia dictada por el maestro Samael titulada "los tres factores de la revolución de la conciencia")

Posteriormente, en otra oportunidad, en la que el Maestro habló acerca del origen del universo y de la creación en general, amplió aún mas la tremenda relación entre las energías creadoras del Macrocosmos y de nuestro Microcosmos (cuerpo terrenal), diciendo:

"¿Qué es la nebulosa, qué es el arche macrocosmico?

Es una mezcla de sal, azufre y mercurio.

Y también aquí, en el microcosmos–hombre, está la sal, el azufre y el mercurio.

La sal está contenida en el esperma sagrado y se sublima con las transmutaciones.

De manera que en el arche del microcosmos, también hay sal, azufre y mercurio, y en el arche del macrocosmos hay también sal, azufre y mercurio."

 (Los entrecomillados anteriores son extractos de la conferencia "EL ARCHE", del Venerable Maestro Samael Aun Weor.)

Más detalles acerca de las naturalezas primarias de la Gran Obra (Sal, Azufre y Mercurio), los dio constantemente el Venerable revelador de Acuario, por ejemplo:

"Los principios de todos los metales son: la sal, el azufre y el mercurio.

La sal es la substancia de todas las cosas, el principio y fin de todo lo existente.

Recordemos la frase de Jesús, el Gran Kabir:

'Vosotros sois la sal de la tierra...' La sal obra sobre el azufre y el mercurio y éstos últimos la hacen volátil como ellos.

La sal, en compensación, los coagula y los fija.

La sal diluida en un licor adecuado, disuelve a su vez cosas sólidas y les da consistencia.

La sal disuelve nuestros metales, para elaborar con ellos el niño de oro de la alquimia sexual."

"El azufre, en su estado oculto y sutil, es el fuego; en su estado visible y sólido, es un principio gaseoso y aceitoso que une indisolublemente a la Sal y al mercurio.

El azufre secuencialmente, tiene parte de la solidez de la sal y parte de la volatilidad del mercurio."

"El mercurio es un licor espiritual, aéreo y raro.

El Mercurio es el águila voladora de la filosofía, el mercurio es nuestro caos, el mercurio es nuestro ens seminis.

Desde un punto de vista meramente físico, la sal se encuentra en la orina y en el sudor; el azufre abunda en las grasas y en las axilas; y el mercurio en la sangre, en la médula, en el humor acuoso, los huesos, los músculos, etc."

"Hay tres clases de mercurio:

Primero, el azogue en bruto, o sea, el exiohehai, el esperma sagrado.

Segundo, el alma metálica del esperma, que es el resultado de la transmutación de la libido.

Esa alma metálica del esperma asciende por los cordones ganglionares, espinales, hasta el cerebro.

Tercero, el mercurio más elevado, aquél que ha sido fecundado por el azufre.

En alquimia ya esta dicho, el azufre es el fuego sagrado.

En principio el mercurio es de color negro y está simbolizado con el cuervo negro.

Posteriormente, el mercurio se torna de color blanco y está alegorizado con la blanca paloma, el mercurio toma el color amarillo luego cuando ya está preparado para recibir el azufre, y se simboliza con el águila amarilla.

Más tarde, cuando ya el mercurio ha sido fecundado por el azufre, cuando se ha convertido en mercurio azufrado, está simbolizado por el faisán rojo.

Así de esta manera, se complementan los cuatro colores de la alquimia, simbolizados a su vez por los tres reyes magos y la púrpura de sus regias vestimentas."

Ante nuestras aseveraciones posiblemente el lector pueda pensar ¿por qué tanta relación entre el magisterio alquimista y el sexo?

Respondemos con unos extractos de la conferencia dictada por el Excelso y titulada "el magnus opus o la gran obra"; veamos:

Tenemos un laboratorio, que es nuestro propio cuerpo, y un hornillo en el laboratorio (el fuego del alquimista), y un crisol (que está en el sexo) y allí la materia prima de la Gran Obra.

Transmutarla es indispensable, convertirla en energía para poder luego con esa energía y con lo que ella contiene, crear los cuerpos existenciales superiores del Ser.

Eso es lo vital, lo indispensable.

Llegará un día en que habremos de pasar más allá del sexo.

Lo absurdo sería querer pasar más allá del sexo sin haber llegado a la meta.

Eso sería tanto como querer bajarnos del tren, antes de llegar a la estación, o como querer bajarnos del autobús o "camión" (donde vamos), antes de llegar a la meta que nos hemos trazado."

“En el sexo hay que crear y destruir.

Crear los vehículos solares es necesario para que el Dios Interior pueda resucitar en nosotros, y también eliminar los elementos inhumanos que llevamos dentro.

Hay que realizar la Gran Obra, más no basta con tener fe en la Gran Obra, hay que realizar la Gran Obra.

Y el resultado final de la Gran Obra ¿cuál será?

Que cada uno de nosotros se convierta en un gran Dios, con poder sobre los cielos, sobre la tierra y sobre los infiernos.

Ese es el final, el resultado de la Gran Obra; que cada uno de nos quede convertido en una majestad, en una criatura terriblemente Divina.

Más, hoy por hoy, debemos reconocer que ni siquiera somos humanos; únicamente somos humanoides (en forma más cruda diría que somos mamíferos intelectuales, y nada más); pero podemos salir de este estado en que nos encontramos, mediante la Gran Obra."

GLOSARIO

PUTREFACCIÓN: Las aguas del alquimista son negras, simbolizadas por el cuervo negro. En este primer escalón, el aspirante solo tiene mercurio bruto.

CONJUNCIÓN: Se realiza la unión del mercurio y el azufre (Fuego). Ahora hay que "cocer y recocer", hasta unir las naturalezas opuestas.

SEPARACIÓN: En este estado del trabajo alquimista, durante la conexión o coito químico, el yoguín y la yoguina deben separar (de tan sagrado acto) el azufre venenoso (el fuego bestial del abominable órgano kundartiguador) y el mercurio seco (los “yoes” o defectos psicológicos).

Esto es lo que se llama: refinar el sacramento del amor, separando “el humo de las llamas", lo sutil de lo espeso.

SOLUCIÓN: El mercurio ya ha abandonado el color negro y se ha convertido en una solución "favorable", lista para recibir el fuego sagrado (aquí las aguas son amarillas, simbolizadas por el águila amarilla).

CALCINACIÓN: El mercurio recibe el fuego sagrado y se convierte en mercurio azufrado, o azufre mercurial.

SUBLIMACIÓN: De aquí en adelante hay que redoblar la vigilancia, cuidando la práctica, a fin de que no aparezca de nuevo la negrura, es decir, se debe refinar mucho el acto amoroso, con el propósito de sublimar esta naturaleza.

CIBACIÓN: El término cibación, en rigurosa ciencia alquimista significa que el mercurio azufrado o azufre mercurial, empieza a crear los cuerpos existenciales superiores del Ser y a darles consistencia.

COAGULACIÓN: En esta etapa, el mercurio azufrado coagula en nuestra anatomía oculta, bajo la forma de cuerpos existenciales; primero el astral, luego el mental y más tarde el causal.

FERMENTACIÓN: En esta etapa hay que esperar a que fermente el compuesto y para que fermente es necesario morir en si mismos, pues de lo contrario no es posible quitarle a los cuerpos el oxido mercurial (los “yoes”). En lenguaje alquimista, a este proceso se le denomina "fermentación de la levadura".

EXALTACIÓN: Entre el augusto silencio de los sabios, el prodigio se consuma poco a poco y el trabajo recibe su exaltacion, al ser calificado. Entonces los cuerpos existenciales se convierten en oro puro.

MULTIPLICACIÓN: Estadio del trabajo alquimista en el que se adquieren las virtudes de la piedra filosofal, el mercurio azufrado actúa en el trabajador de la gran obra revelándole cosas inefables, permitiéndole recapitular procesos de liberación. En otras palabras, se activan los poderes de la piedra filosofal.

PROYECCIÓN: El mercurio azufrado puede proyectar su fuerza, es decir, manifiesta su poder en cualquier dimensión. Los antiguos alquimistas proyectaban oro a través de las yemas de sus dedos, y esos átomos quedaban vertidos en agua, entonces con un gotero, se dejaban caer gotas de ese compuesto sobre plomo derretido, quedando éste convertido en oro físico.

Tomado del libro “EL HOMBRE ABSOLUTO”. Cap. 18
Por: Oscar Uzcátequi



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